Casi casi, me falta hacer las prácticas

Eco y Narciso

La pobre ninfa no fue la excepción, y Narciso despreció su corazón cuando la vio en el bosque y ella no fue capaz de responderle más que sus propias palabras. Entonces ella, desolada, ofendida, se encerró en un lugar solitario, y allí dejó de comer y de cuidarse. Así fue consumiéndose poco a poco, y el dolor la fue absorbiendo hasta que desapareció y se desintegró en el aire, quedando sólo su voz, que repetía las últimas palabras de cualquiera. Esta voz es lo que llamamos Eco.